Napole贸n se coron贸 emperador en 1804 desafiando al Papa. Hoy, l铆deres mundiales buscan legitimidad fuera de las instituciones. ¿Historia repiti茅ndose?
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Introducci贸n
El 2 de diciembre de 1804, en la Catedral de Notre-Dame, sucedi贸 algo extraordinario: Napole贸n Bonaparte tom贸 la corona de manos del Papa P铆o VII y se la coloc贸 茅l mismo. No fue un acto de impaciencia, sino una declaraci贸n pol铆tica brutal. El mensaje era claro: mi poder no viene de Dios, ni de la tradici贸n, ni de nadie m谩s que de m铆 mismo. Doscientos veinte a帽os despu茅s, ese gesto resuena con inquietante actualidad. Vivimos una 茅poca donde l铆deres pol铆ticos de todas las latitudes est谩n repitiendo, con variantes contempor谩neas, el mismo ritual: coronarse a s铆 mismos m谩s all谩 de las instituciones que deber铆an legitimarlos. ¿Estamos presenciando el retorno de los C茅sares con traje y corbata?
馃幁 El Teatro del Poder: Cuando Napole贸n Invent贸 el Manual
Napole贸n no fue el primer aut贸crata de la historia, pero s铆 fue el m谩s brillante en convertir el autoritarismo en espect谩culo. Seg煤n el Museo del Louvre, el cuadro de Jacques-Louis David que inmortaliz贸 la coronaci贸n no muestra exactamente lo que pas贸, sino lo que Napole贸n quer铆a que el mundo recordara. El artista tard贸 cuatro a帽os en completarlo, tiempo suficiente para que el emperador supervisara cada detalle: 茅l como figura central, m谩s alto que el Papa, irradiando legitimidad propia.
Lo fascinante no fue solo el acto, sino su contexto. Francia acababa de salir de una revoluci贸n que hab铆a guillotinado a un rey por considerarse elegido por Dios. Y ahora, apenas una d茅cada despu茅s, un corso de origen modesto se proclamaba emperador. ¿La diferencia? Napole贸n argumentaba que su legitimidad proven铆a del pueblo (mediante un plebiscito controlado) y de sus propias haza帽as militares. No necesitaba linaje divino; se hab铆a fabricado su propia mitolog铆a.
La Iglesia Cat贸lica, representada por un Papa humillado que tuvo que viajar a Par铆s en lugar de recibir al emperador en Roma, qued贸 reducida a comparsa. Como documenta el Centro de Estudios Napole贸nicos, P铆o VII bendijo la ceremonia, pero Napole贸n le quit贸 el protagonismo en el momento culminante. Fue teatro pol铆tico puro: usar los s铆mbolos tradicionales de legitimidad mientras se les vaciaba de significado.
馃實 Los Nuevos Napoleones: Legitimidad Sin Instituciones
Hoy no vemos coronas f铆sicas, pero s铆 asistimos a rituales equivalentes. L铆deres que llegan al poder por v铆as democr谩ticas y luego trabajan sistem谩ticamente para situarse por encima de las instituciones que los llevaron ah铆. El patr贸n se repite con variaciones locales, pero la esencia napole贸nica permanece: la construcci贸n de una legitimidad personal que prescinde del entramado institucional.
Vladimir Putin en Rusia es quiz谩 el ejemplo m谩s evidente. Seg煤n an谩lisis de Freedom House, ha modificado la constituci贸n para permitirse perpetuarse en el poder, controla medios de comunicaci贸n, persigue opositores y ha construido un culto a la personalidad que lo presenta como salvador indispensable de la naci贸n. No necesita coronarse; su legitimidad proviene de una narrativa cuidadosamente construida de restauraci贸n del orgullo ruso tras la "humillaci贸n" sovi茅tica.
Recep Tayyip Erdo臒an en Turqu铆a transform贸 un sistema parlamentario en un hiperpresidencialismo tras el refer茅ndum de 2017. Como reporta Human Rights Watch, concentr贸 poderes ejecutivos, legislativos y judiciales en su figura, debilit贸 la independencia judicial y convirti贸 la oposici贸n pol铆tica en traici贸n a la patria. Su legitimidad no reside en las instituciones republicanas turcas, sino en su interpretaci贸n de la "voluntad popular" y un proyecto de grandeza otomana reinventado.
En Am茅rica Latina, el fen贸meno adquiere matices propios. Nicol谩s Maduro en Venezuela ha gobernado tras elecciones cuestionadas internacionalmente, creando instituciones paralelas cuando las existentes le resultan inc贸modas. Daniel Ortega en Nicaragua ha encarcelado opositores y eliminado la separaci贸n de poderes. Nayib Bukele en El Salvador se ha proclamado abiertamente "dictador cool" en redes sociales, mientras reinterpreta la constituci贸n para reelegirse y concentra poder en nombre de la seguridad ciudadana.
馃嚜馃嚭 El Emperador Sin Corona: Cuando Bruselas se Corona a S铆 Misma
Y aqu铆 llegamos a la iron铆a m谩s inc贸moda de todas: la Uni贸n Europea, ese proyecto nacido precisamente para evitar que surgieran nuevos Napoleones en el continente, est谩 replicando algunos de los patrones que criticamos. No con un l铆der carism谩tico de bigote, sino con algo potencialmente m谩s peligroso: una burocracia tecnocr谩tica que se legitima a s铆 misma m谩s all谩 del control democr谩tico de los ciudadanos europeos.
La Comisi贸n Europea, el verdadero poder ejecutivo de la UE, no es elegida directamente por nadie. Ursula von der Leyen, su presidenta actual, no gan贸 unas elecciones europeas. Fue designada mediante negociaciones entre gobiernos nacionales y ratificada por un Parlamento Europeo que, aunque electo, tiene poderes legislativos limitados comparados con parlamentos nacionales. Como documenta el propio portal de la UE, los ciudadanos votan cada cinco a帽os, pero ese voto tiene escasa influencia real sobre qui茅n gobierna o qu茅 pol铆ticas se implementan.
El d茅ficit democr谩tico europeo no es nuevo, pero se ha profundizado. Durante la crisis del COVID-19, la Comisi贸n asumi贸 poderes extraordinarios para compras centralizadas de vacunas, algunas con contratos opacos que a煤n generan controversia. En la crisis migratoria, Bruselas impuso cuotas de redistribuci贸n de refugiados que varios pa铆ses rechazaron, generando tensiones entre "la voluntad de Bruselas" y "la voluntad de los pueblos". En pol铆tica econ贸mica, la famosa troika (Comisi贸n, BCE, FMI) impuso planes de ajuste a Grecia, Irlanda, Portugal que ning煤n ciudadano de esos pa铆ses vot贸.
La Tecnocracia Como Nueva Aristocracia
Lo fascinante es el discurso legitimador: la UE argumenta que su autoridad proviene de la raz贸n t茅cnica, del conocimiento experto, de la necesidad de coordinaci贸n supranacional en un mundo globalizado. Es una forma de legitimidad post-democr谩tica: "no necesitamos tu voto directo porque sabemos mejor que t煤 lo que te conviene". Suena paternalista porque lo es.
Como analiza el polit贸logo Jan-Werner M眉ller en su trabajo sobre populismo europeo, la UE ha creado una aristocracia tecnocr谩tica que se considera por encima del escrutinio popular. Los comisarios europeos no rinden cuentas reales ante electores. El Banco Central Europeo toma decisiones que afectan a 340 millones de personas sin ning煤n mecanismo de control democr谩tico efectivo. Los tratados europeos se han modificado o reinterpretado sin consultar a ciudadanos, y cuando se les ha consultado (refer茅ndums en Francia, Pa铆ses Bajos, Irlanda), los "no" han sido ignorados o han forzado segundas votaciones hasta obtener el resultado deseado.
El Caso de las "L铆neas Rojas" Ideol贸gicas
Pero quiz谩 lo m谩s napole贸nico de la UE actual es c贸mo trata a gobiernos electos democr谩ticamente que no le gustan. Hungr铆a y Polonia han sido sistem谩ticamente castigadas, con bloqueos de fondos europeos y procedimientos sancionadores, porque sus gobiernos (electos con mayor铆as claras) implementan pol铆ticas que Bruselas considera incompatibles con "valores europeos".
No discutamos aqu铆 si Orb谩n o el PiS polaco son democr谩ticos o no—el punto es otro: ¿qui茅n decide qu茅 son "valores europeos" y con qu茅 autoridad democr谩tica? La Comisi贸n, no electa, se erige en guardiana de valores que interpreta unilateralmente. Cuando Italia eligi贸 un gobierno de derechas con Giorgia Meloni, antes incluso de que tomara posesi贸n, funcionarios europeos amenazaron veladamente con "herramientas" para controlarla, como report贸 el Financial Times.
Es el equivalente contempor谩neo de Napole贸n dici茅ndole al Papa: "est谩s aqu铆 para bendecir mi coronaci贸n, pero no para cuestionarla". Bruselas dice a los Estados: "pueden elegir gobierno, pero solo si implementa pol铆ticas que nosotros aprobemos".
La Paradoja: ¿Proteger la Democracia Destruyendo la Democracia?
La UE justifica esta actitud como defensa del Estado de Derecho frente a derivas autoritarias. Y tiene parte de raz贸n: Orb谩n ha erosionado checks and balances en Hungr铆a, el PiS intent贸 controlar tribunales en Polonia. Pero el remedio que ofrece Bruselas es igualmente antidemocr谩tico: una instituci贸n no electa castigando gobiernos electos.
Es la paradoja perfecta: para defender la democracia europea, la UE act煤a de forma no democr谩tica. Para proteger el pluralismo, impone una ortodoxia ideol贸gica. Para salvaguardar la libertad, restringe la capacidad de los pueblos de elegir caminos diferentes. Napole贸n habr铆a aplaudido la jugada: usar el lenguaje de la legitimidad (en su caso "la voluntad del pueblo", en el caso de la UE "los valores europeos") para ejercer poder sin controles efectivos.
¿Una Corona de Estrellas?
No, la Uni贸n Europea no es una dictadura. Pero tampoco es una democracia plena. Es un experimento h铆brido donde poder real y legitimidad democr谩tica est谩n peligrosamente desconectados. Y esa desconexi贸n alimenta precisamente a los populismos y nacionalismos que Bruselas dice combatir. Cuando millones de europeos sienten que Bruselas decide sobre sus vidas sin que ellos puedan hacer nada al respecto, ¿sorprende que voten a partidos antieuropeos?
La autocoronaci贸n de Napole贸n fue un acto individual de un genio militar megal贸mano. La autolegitimaci贸n de la UE es algo m谩s sutil y quiz谩 m谩s peligroso: una estructura institucional entera que se ha colocado progresivamente por encima del escrutinio democr谩tico, convencida de su superioridad moral e intelectual.
Los bur贸cratas de Bruselas no llevan corona. Llevan traje gris y hablan en jerga tecnocr谩tica. Pero cuando la Comisi贸n Europea decide qu茅 gobiernos europeos son aceptables y cu谩les no, cuando impone pol铆ticas que mayor铆as nacionales rechazan, cuando reinterpreta tratados sin consultar a ciudadanos... est谩 haciendo exactamente lo mismo que Napole贸n en Notre-Dame: tomando la corona y coloc谩ndosela ella misma.
La diferencia es que Napole贸n al menos tuvo la honestidad de hacer el gesto expl铆cito. La UE lo hace en el lenguaje as茅ptico de directivas, reglamentos y procedimientos. Pero el resultado es el mismo: poder ejercido sin legitimidad democr谩tica real, justificado en nombre de un bien superior que solo ellos pueden definir.
⚖️ La Paradoja: Democracia Que Devora Democracia
Aqu铆 est谩 el truco maestro, el que Napole贸n comprendi贸 perfectamente: usar los mecanismos de legitimidad democr谩tica para destruir la democracia misma. El corso no dio un golpe de Estado tradicional; organiz贸 un plebiscito. Los nuevos l铆deres autoritarios tampoco suelen llegar con tanques; ganan elecciones, aunque luego las manipulen.
El polit贸logo Steven Levitsky, coautor del libro "C贸mo mueren las democracias", document贸 este patr贸n para The Guardian: los aut贸cratas contempor谩neos no bombardean parlamentos, los controlan desde dentro. No cierran peri贸dicos, los compran o los ahogan econ贸micamente. No eliminan elecciones, las convierten en rituales vac铆os donde la victoria est谩 garantizada.
Es el fen贸meno que acad茅micos llaman "erosi贸n democr谩tica" o "retroceso autoritario". Seg煤n datos del Instituto V-Dem de la Universidad de Gotemburgo, m谩s pa铆ses experimentan autocratizaci贸n que democratizaci贸n en la 煤ltima d茅cada. Y muchos de estos retrocesos ocurren en democracias electorales donde l铆deres populares desmantelan controles y contrapesos con apoyo popular.
La iron铆a es brutal: Napole贸n legitim贸 su autocoronaci贸n con votos. Realiz贸 un plebiscito en 1804 donde, seg煤n cifras oficiales, 3,5 millones votaron "s铆" a convertirlo en emperador y solo 2.500 votaron "no". N煤meros absurdos que nadie se atrev铆a a cuestionar. ¿Suena familiar? Maduro, Putin, Erdo臒an, todos celebran elecciones y plebiscitos donde ganan con m谩rgenes apabullantes.
馃敟 El Culto al Salvador: Cuando la Democracia Ruega por un C茅sar
Pero hay un elemento inquietante m谩s: estos l铆deres no imponen su coronaci贸n solo por la fuerza. Tienen apoyo real de sectores significativos de la poblaci贸n. Napole贸n era genuinamente admirado por millones que ve铆an en 茅l orden tras el caos revolucionario. Putin cuenta con respaldo mayoritario de rusos que asocian su figura con estabilidad. Erdo臒an conecta con turcos conservadores y nacionalistas. Bukele tiene popularidad aut茅ntica por reducir la violencia de pandillas.
Como analiz贸 el historiador Robert Gildea para BBC History, la autocracia moderna prospera cuando las sociedades est谩n exhaustas, inseguras o resentidas. Napole贸n ofreci贸 gloria y orden a una Francia cansada de inestabilidad revolucionaria. Los nuevos C茅sares ofrecen seguridad frente al crimen, protecci贸n frente a la inmigraci贸n, recuperaci贸n del orgullo nacional herido, venganza contra 茅lites corruptas.
El patr贸n es antiguo: democracias d茅biles que, asustadas o frustradas, aplauden mientras alguien promete arreglarlo todo si le dan poder suficiente. Roma eligi贸 a C茅sar. Alemania vot贸 por Hitler. Venezuela eligi贸 a Ch谩vez. El problema no es solo el l铆der autoritario; es la tentaci贸n autoritaria que existe en sociedades democr谩ticas cuando estas no cumplen sus promesas de seguridad, prosperidad o justicia.
馃摐 Lecciones Desde 1804: Lo Que Napole贸n Nos Ense帽a Sobre Nuestro Presente
La historia no se repite, pero rima. Napole贸n acab贸 exiliado en Santa Elena tras arrasar Europa en guerras que mataron a millones. Su imperio dur贸 apenas una d茅cada antes de colapsar. Los C茅sares modernos tienen finales menos 茅picos pero igualmente instructivos: dictaduras que empobrecen pa铆ses, aislamientos internacionales, sucesiones ca贸ticas, legados manchados de sangre y corrupci贸n.
Seg煤n el Instituto Brookings, los reg铆menes h铆bridos—aquellos que mantienen fachadas democr谩ticas mientras concentran poder— son inherentemente inestables. No tienen la legitimidad completa de democracias reales ni el control total de dictaduras tradicionales. Viven en un limbo permanente de manipulaci贸n, represi贸n suave y propaganda, hasta que las contradicciones los desbordan.
Lo que Napole贸n comprendi贸 y los nuevos aut贸cratas replican es que la legitimidad es performativa. No basta con tener poder; hay que teatralizarlo, convertirlo en espect谩culo, hacerlo parecer inevitable y natural. Por eso los desfiles militares, las inauguraciones mastod贸nticas, los discursos grandilocuentes, el control de la narrativa hist贸rica. Por eso Putin posa sin camisa, Erdo臒an construye palacios fara贸nicos, Bukele hace memes. Es teatro napole贸nico adaptado a Instagram y Twitter.
Pero aqu铆 est谩 la esperanza: el teatro requiere audiencia, y las audiencias pueden abuchear. Las instituciones democr谩ticas existen precisamente para evitar que nadie se corone a s铆 mismo. Parlamentos independientes, poder judicial aut贸nomo, prensa libre, sociedad civil activa, elecciones limpias. Cuando esos diques se rompen, cuando la ciudadan铆a aplaude mientras alguien los desmantela prometiendo seguridad o grandeza, empezamos el camino hacia Notre-Dame en 1804.
Reflexi贸n Final
Napole贸n fue un genio militar, un reformador legal brillante y un egoc茅ntrico destructivo que sacrific贸 millones de vidas en su altar de gloria personal. No necesitamos romanticizar su figura para comprender su lecci贸n m谩s importante: cuando permitimos que alguien se coloque por encima de las instituciones que deber铆an controlarlo, no estamos eligiendo fuerza; estamos eligiendo debilidad colectiva. Estamos cambiando libertad por la ilusi贸n de seguridad, democracia por el espejismo de eficiencia.
Los nuevos Napoleones saben esto. Por eso trabajan incansablemente para convencernos de que las instituciones son obst谩culos, que los controles son trabas burocr谩ticas, que la prensa libre es enemiga del pueblo, que la oposici贸n es traici贸n. Y por eso nuestra responsabilidad como ciudadanos es defender esas instituciones imperfectas, inc贸modas, lentas, que existen precisamente para que nadie vuelva a coronarse a s铆 mismo.
La pregunta no es si surgir谩n m谩s l铆deres con tentaciones napole贸nicas. La pregunta es si las sociedades democr谩ticas habremos aprendido suficiente historia para reconocerlos antes de aplaudirles mientras se colocan la corona.
馃挭 ¡No Dejes Que la Historia Se Repita en Silencio!
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馃摑 Nota Editorial
Desde La Verdad Compartida creemos que entender el pasado no es ejercicio de nostalgia, sino herramienta de supervivencia democr谩tica. Cada art铆culo que publicamos busca conectar los hilos invisibles entre ayer y hoy, porque las sociedades que olvidan su historia est谩n condenadas a aplaudir mientras se repite. Gracias por leernos, por cuestionar, por no conformarte con versiones simples de realidades complejas. Explora nuestro archivo: tenemos m谩s historias que te har谩n pensar dos veces antes de coronar a nadie.

Este art铆culo est谩 muy buen铆simo!! Gracias por compartirlo con tus lectores de La Verdad Compartida.
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