Chevron-Texaco contaminó la Amazonía ecuatoriana. Sentencia de $9,500 millones. Décadas de batalla legal internacional. Justicia pendiente.
Introducción
Entre la selva amazónica de Ecuador yace una de las mayores tragedias ambientales de América Latina y, paradójicamente, uno de los casos legales más emblemáticos de la lucha contra las corporaciones transnacionales. Durante más de dos décadas, la empresa petrolera Texaco (luego absorbida por Chevron) operó en la región amazónica ecuatoriana dejando un rastro de devastación que aún hoy afecta a miles de personas. Lo que siguió fue una batalla judicial que se extendió por más de 30 años, cruzó fronteras y tribunales de múltiples países, y culminó en una sentencia récord de $9,500 millones de dólares que, irónicamente, nunca se ha pagado. Esta es la historia de cómo el poder corporativo puede evadir la justicia incluso cuando la evidencia del daño es innegable.
🌳 El desastre silencioso: Texaco en la Amazonía (1964-1990)
Entre 1964 y 1990, Texaco operó pozos petroleros en las provincias de Sucumbíos y Orellana, en el corazón de la Amazonía ecuatoriana. Durante esos 26 años, la compañía extrajo aproximadamente 1,500 millones de barriles de crudo utilizando tecnologías y prácticas que en Estados Unidos ya estaban prohibidas por obsoletas y peligrosas. La empresa vertió deliberadamente miles de millones de galones de aguas de formación tóxicas —subproducto de la extracción petrolera— directamente en ríos, esteros y lagunas que las comunidades indígenas y campesinas utilizaban para beber, pescar y bañarse.
Según investigaciones documentadas por organizaciones como Amazon Watch, Texaco también dejó más de 880 piscinas tóxicas sin revestimiento a cielo abierto, quemó gases sin control y abandonó infraestructura contaminante al retirarse del país. El resultado fue catastrófico: tasas de cáncer superiores al promedio nacional, malformaciones congénitas, pérdida de biodiversidad y la destrucción de los medios de vida de pueblos originarios como los Cofán, Siona, Secoya, Huaorani y Kichwa.
La ironía amarga es que mientras en Estados Unidos la misma Texaco debía cumplir estrictas regulaciones ambientales, en Ecuador aplicó el estándar de "haz lo más barato posible". Como si las vidas y territorios de los ecuatorianos valieran menos.
⚖️ La demanda que sacudió al mundo corporativo
En 1993, un grupo de 30,000 habitantes de la Amazonía ecuatoriana, respaldados por abogados ambientalistas, presentó una demanda histórica contra Texaco en Nueva York. La empresa argumentó que el caso debía juzgarse en Ecuador, calculando que allí tendría más posibilidades de ganar o diluir el proceso. Grave error de cálculo... o quizás no tanto, considerando lo que vendría después.
El caso fue finalmente trasladado a Ecuador en 2003, donde se convirtió en el juicio ambiental más largo de la historia del país. Durante años, equipos de peritos recorrieron la selva documentando la contaminación. En 2011, un tribunal ecuatoriano emitió una sentencia sin precedentes: $9,500 millones de dólares en compensaciones y remediación ambiental. La cifra fue confirmada en apelación y ratificada por la Corte Nacional de Justicia de Ecuador en 2013.
Según reportes de The Guardian, la sentencia se basó en décadas de evidencia científica irrefutable sobre los niveles de contaminación por hidrocarburos, metales pesados y otras sustancias cancerígenas en suelos y aguas. Parecía que, finalmente, la justicia había prevalecido.
🌐 La venganza corporativa: Chevron contraataca
Pero Chevron (que había adquirido Texaco en 2001) no tenía intención de pagar un solo centavo. La corporación lanzó una estrategia legal sin precedentes: en lugar de aceptar su responsabilidad, acusó a los abogados de los demandantes de corrupción y fraude procesal. En 2014, un juez federal de Estados Unidos, Lewis Kaplan, falló a favor de Chevron declarando que la sentencia ecuatoriana había sido obtenida mediante corrupción, basándose en gran medida en el testimonio de un testigo que posteriormente admitió haber sido pagado por Chevron para cambiar su versión.
Este giro kafkiano convirtió a las víctimas en acusados. Steven Donziger, el abogado principal de los demandantes ecuatorianos, fue objeto de una persecución judicial extraordinaria. Chevron lo demandó civilmente, logró que se le suspendiera su licencia de abogado y, en un caso sin precedentes en la historia legal estadounidense, un tribunal corporativo logró que fuera condenado a prisión domiciliaria y posteriormente a prisión federal por desacato al tribunal. Amnistía Internacional y Naciones Unidas denunciaron su detención como un abuso del sistema judicial.
Mientras tanto, las víctimas en Ecuador siguen esperando. Chevron ha retirado todos sus activos de Ecuador y de países donde la sentencia podría ejecutarse, y continúa operando normalmente en el resto del mundo. La compañía ha gastado estimados $2,000 millones de dólares en su defensa legal —más del doble de lo que costaría limpiar la contaminación— demostrando que para las corporaciones, ganar no se trata de justicia, sino de establecer un precedente: nunca paguen, sin importar el costo humano.
💭 Reflexión final: ¿Qué nos dice este caso sobre justicia global?
El caso Chevron-Texaco en Ecuador es un espejo brutal de las asimetrías de poder en el sistema global. Por un lado, tenemos comunidades indígenas y campesinas cuyas tierras, aguas y cuerpos fueron envenenados por décadas. Por otro, una corporación con recursos prácticamente infinitos capaz de manipular sistemas judiciales de múltiples países para evadir responsabilidad.
Este caso nos obliga a preguntarnos: ¿Para quién funciona realmente el sistema de justicia internacional? ¿Puede una corporación ser más poderosa que un Estado soberano? ¿Qué significa "Estado de derecho" cuando los más poderosos pueden simplemente ignorar sentencias judiciales sin consecuencias?
La batalla legal continúa. Los demandantes han intentado ejecutar la sentencia en Canadá, Brasil, Argentina y otros países con activos de Chevron. Algunos avances pequeños se han logrado, pero la compañía sigue sin pagar. Mientras tanto, en la Amazonía ecuatoriana, niños siguen naciendo con malformaciones, adultos siguen muriendo de cáncer a tasas alarmantes, y el agua que beben miles de personas sigue contaminada.
La pregunta no es solo si Chevron pagará algún día. La pregunta es: ¿seguiremos permitiendo que las corporaciones transnacionales operen con impunidad mientras las víctimas de sus crímenes mueren esperando justicia?
🔥 ¡Tu voz importa!
Este caso no ha terminado. La lucha de las comunidades amazónicas de Ecuador es también nuestra lucha por un mundo donde las corporaciones no estén por encima de la ley. Comparte este artículo, infórmate más sobre el caso, y cuando veas el logo de Chevron en una gasolinera, recuerda: cada dólar que les llega es un dólar que refuerza su mensaje de que pueden contaminar, destruir y evadir la justicia sin consecuencias.
¿Conocías este caso? ¿Qué opinas sobre la impunidad corporativa? Déjanos tu comentario y comparte este artículo para que más personas conozcan esta historia que los medios tradicionales prefieren olvidar.
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