Cuando el miedo no necesita visa: el impacto global de los tiroteos en EE.UU.

Tiroteo masivo en Estados Unidos

Cada vez que un titular grita “Tiroteo masivo en Estados Unidos”, algo se nos remueve por dentro. Aunque vivamos lejos, aunque nunca hayamos pisado suelo norteamericano. La imagen de un hombre con un rifle irrumpiendo en un rascacielos de Manhattan y matando a cuatro personas —una escena más propia del cine que de la vida real— nos deja helados.  

¿Por qué nos afecta tanto?

🔫 La violencia que no respeta fronteras

Estados Unidos ha vivido 48 tiroteos masivos en lo que va de 2025, y más de 2.600 personas han muerto por armas de fuego solo este año.  

Además, un estudio reveló que 1 de cada 15 estadounidenses ha presenciado un tiroteo masivo en su vida, y el 75% de ellos ha sufrido secuelas emocionales como ansiedad o depresión.

Aunque no vivamos allí, sentimos el zumbido de ese miedo. Porque en un mundo interconectado, las tragedias ya no son ajenas: son compartidas. La angustia por la facilidad de acceso a las armas, la impotencia frente a sistemas que no protegen, la rabia por la repetición interminable… todo eso se contagia.  

Como dijo el alcalde de Nueva York, Eric Adams:  

“Este horrible crimen nos recuerda a todos lo fácil que es acceder a un arma”.

🧠 ¿Es solo un problema estadounidense?

No del todo. La violencia armada se agudiza en EE.UU. por razones específicas: leyes laxas, fuerte lobby armamentista, deficiencias en salud mental… pero el miedo a la violencia nos hermana como humanidad. El verdadero problema es cómo normalizamos lo intolerable.

Porque si lo vemos como algo “de allá”, corremos el riesgo de volvernos inmunes. Y cuando el horror deja de conmover, algo esencial se pierde.

✏️ ¿Qué podemos hacer desde fuera?

Hablar del tema: como lo estámos haciendo nosotros, . El silencio solo perpetúa la indiferencia.  

Apoyar políticas más estrictas sobre control de armas a nivel global.  

Educar en empatía: especialmente entre jóvenes, para que la violencia no se vea como inevitable.  

Recordar que la seguridad es un derecho, no un privilegio geográfico.

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