| Prisioneros Herero y Nama durante la guerra contra Alemania (1904–1908). |
Namibia no aparece en los libros de historia europeos. Y sin embargo, entre 1904 y 1908, fue escenario del primer genocidio del siglo XX. Los pueblos Herero y Nama, originarios del África del Sudoeste, fueron exterminados por el Imperio Alemán en una campaña brutal que combinó masacres, deportaciones, campos de concentración y muerte por hambre y sed. Más de 75,000 personas fueron asesinadas. Y durante más de un siglo, Europa guardó silencio.
⚔️ Rebelión y castigo
Todo comenzó el 12 de enero de 1904, cuando los Herero, liderados por Samuel Maharero, se rebelaron contra el dominio colonial alemán. La respuesta fue feroz. El general Lothar von Trotha ordenó la aniquilación total del pueblo Herero. En la batalla de Waterberg, los sobrevivientes fueron empujados al desierto de Omaheke, donde miles murieron de deshidratación. Von Trotha emitió una orden explícita: “Todo Herero debe ser fusilado, con o sin armas, con o sin ganado”.
Meses después, los Nama, liderados por Hendrik Witbooi, también se levantaron. El resultado fue el mismo: represión, campos de concentración, trabajo forzado, y exterminio. Se calcula que murieron más de 10,000 Nama, la mitad de su población.
🕯️ El primer genocidio del siglo XX
Este genocidio precedió al Holocausto, y muchos de sus métodos fueron ensayados en Namibia: campos de concentración, experimentos médicos, deshumanización sistemática. En la isla de Shark, los prisioneros eran obligados a realizar trabajos forzados hasta morir. Los cuerpos eran usados para estudios pseudocientíficos que buscaban justificar la supremacía racial.
Y sin embargo, durante décadas, Alemania se negó a reconocer estos crímenes. No hubo juicios, ni reparaciones, ni memoria oficial. Solo en 2021, tras años de presión internacional, el gobierno alemán reconoció el genocidio y ofreció disculpas públicas. Pero no lo llamó crimen de lesa humanidad. Y no ofreció indemnización directa a las víctimas.
🧠 Memoria borrada, resistencia viva
En Namibia, los descendientes de los Herero y Nama siguen luchando por justicia. Reclaman tierras, reconocimiento, reparación. Muchos viven en pobreza extrema, marginados del desarrollo nacional. Sus lenguas, culturas y memorias fueron arrasadas por el colonialismo, y aún hoy enfrentan discriminación.
Pero también hay resistencia. Organizaciones comunitarias, historiadores, artistas y líderes locales están reconstruyendo la memoria. En Okahandja, cada año se realiza una ceremonia para honrar a Samuel Maharero. En Windhoek, se levantan monumentos que desafían el olvido. Y en Alemania, activistas anticoloniales exigen que los museos devuelvan los restos humanos robados durante el genocidio.
🧭 ¿Y nosotros?
En La Verdad Compartida creemos que la memoria no es un acto académico, sino político. Recordar a los Herero y Nama es denunciar el colonialismo, el racismo estructural, la impunidad histórica. Es reconocer que Europa no solo exportó civilización, sino también muerte.
Este genocidio no es solo una página oscura del pasado. Es una herida abierta que aún sangra. Y mientras no se repare, no habrá justicia.
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