La presidenta Claudia Sheinbaum rechaza la guerra contra el narco. México vive una ola de violencia que pone en duda su estrategia.
Claudia Sheinbaum llegó a la presidencia con una promesa clara: no repetir la fallida “guerra contra el narco”. Apostó por la justicia social, la inteligencia y la coordinación. Pero mientras los cárteles se expanden, los alcaldes caen asesinados y EE. UU. exige resultados, la estrategia parece más una renuncia que una alternativa. En La Verdad Compartida, analizamos si México está enfrentando al crimen organizado o simplemente aprendiendo a convivir con él.
🔫 ¿Qué propone Sheinbaum?
La presidenta ha reiterado que “la guerra contra el narco no funcionó”. Su plan se basa en:
Fortalecer la Guardia Nacional
Usar inteligencia en lugar de fuerza bruta
Atender las causas sociales del crimen
Coordinar con gobiernos estatales
Pero en los hechos, la violencia no cede. El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, desató críticas internacionales. La Casa Blanca pidió a México redoblar esfuerzos. Sheinbaum respondió acusando a la oposición de “usar el crimen como herramienta política”.
🧨 ¿Estrategia o evasión?
La presidenta se niega a militarizar el país, pero tampoco ha presentado una alternativa contundente.
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Los homicidios dolosos bajaron un 15 %, según cifras oficiales.
Pero los asesinatos de funcionarios públicos aumentaron.
Los cárteles controlan rutas, territorios y economías locales.
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La extradición de 29 capos a EE. UU. fue vista como gesto, no como política.
La pregunta es incómoda: ¿hay voluntad real de confrontar al narco?
🕵️♂️ El narco como poder paralelo
En muchos estados, el crimen organizado actúa como autoridad de facto.
Impone “impuestos”
Decide quién puede ser candidato
Controla mercados, transporte y seguridad
La estrategia de Sheinbaum, al evitar el enfrentamiento directo, parece aceptar esta realidad como inevitable.
📚 Comparaciones internacionales
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Colombia (años 90): enfrentó a los carteles con fuerza, pero a costa de miles de muertos.
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El Salvador (2022–2025): Nayib Bukele aplicó mano dura, con resultados discutibles en derechos humanos pero visibles en seguridad.
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Brasil: alterna entre militarización y abandono, con resultados igualmente desiguales.
México parece optar por una tercera vía: la inacción estratégica.
🧠 Reflexión final
Sheinbaum no quiere repetir la guerra. Pero tampoco parece querer librar ninguna. ¿Puede un Estado democrático coexistir con un poder criminal sin enfrentarlo? ¿O estamos ante una nueva forma de pacto: silencioso, funcional, pero profundamente corrosivo?
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