En la década de los 90, el mundo contuvo la respiración. Tras décadas de conflicto, la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993 se vendió como el amanecer de una nueva era para israelíes y palestinos. La imagen de Yitzhak Rabin y Yasser Arafat estrechándose la mano en la Casa Blanca se convirtió en un ícono de esperanza. Sin embargo, treinta años después, ese amanecer se revela como un espejismo. Lejos de ser un camino hacia la paz, Oslo fue una ingeniosa farsa diplomática que institutionalizó la ocupación y pospuso sine die la solución real. Este artículo desentraña cómo una promesa de paz puede convertirse en el instrumento perfecto para perpetuar la guerra.
🔍 La arquitectura de una ilusión
Los Acuerdos de Oslo no fueron un tratado de paz, sino una declaración de principios que creó una compleja maraña de comités y subcomités. Su logro más celebrado fue el reconocimiento mutuo: la OLP reconocía el derecho de Israel a existir, e Israel reconocía a la OLP como representante del pueblo palestino. Sin embargo, los puntos cruciales —las fronteras definitivas, el estatus de Jerusalén, el derecho de retorno de los refugiados y la existencia de los asentamientos— fueron deliberadamente pospuestos para las "negociaciones de estatus permanente". Esta fue la trampa maestra: crear la apariencia de progreso mientras se eludían los temas que realmente importaban.
🧩 La fragmentación del territorio palestino
Uno de los legados más tóxicos de Oslo fue la división de Cisjordania en tres áreas administrativas (A, B y C). Mientras la recién creada Autoridad Nacional Palestina obtenía un control limitado sobre las áreas urbanas (Área A), Israel mantenía el control total de más del 60% del territorio (Área C), que incluía los recursos naturales clave y las rutas estratégicas. Este sistema no solo fragmentó la geografía palestina, sino que hizo inviable cualquier estado futuro coherente. Como documenta el diario Haaretz, esta fragmentación fue el "éxito" silencioso de la estrategia israelí de control.
📈 El auge de los asentamientos: El "hecho consumado"
Mientras la comunidad internacional aplaudía el "proceso de paz", Israel aceleró la construcción de asentamientos en territorios ocupados. La población de colonos en Cisjordania se duplicó con creces durante la década posterior a Oslo. Esta política de fait accompli o "hecho consumado" buscaba alterar la realidad sobre el terreno para hacer imposible la solución de dos estados. Organizaciones como B'Tselem han denunciado repetidamente cómo la expansión de asentamientos, ilegales según el derecho internacional, convirtió los enclaves palestinos en islas desconectadas dentro de un mar de control israelí.
🌍 Un patrón histórico: Procesos de paz que perpetúan el conflicto
Oslo no es un caso aislado. Sigue un patrón histórico donde acuerdos asimétricos, presentados como pacificadores, consagran el desequilibrio de poder. Se puede trazar un paralelismo con el Tratado de Versalles de 1919, que, vestido de paz, impuso unas condiciones tan humillantes a Alemania que sembraron las semillas para un conflicto futuro. Del mismo modo, Oslo no resolvió la raíz del conflicto, sino que institucionalizó la ocupación bajo un nuevo marco legal, dando al proceso una apariencia de legitimidad internacional mientras la realidad para los palestinos empeoraba.
💡 Reflexión final: ¿Lección aprendida?
La tragedia de Oslo nos enseña que la paz no puede construirse sobre cimientos de ambigüedad y mala fe. Un proceso que no aborda la justicia, la dignidad y los derechos fundamentales está condenado al fracaso. Hoy, al mirar atrás, la pregunta obligada es: ¿Fue Oslo un bienintencionado error de cálculo o una estratagema deliberada para ganar tiempo y consolidar un proyecto expansionista? La respuesta define no solo nuestra comprensión del pasado, sino nuestra capacidad para imaginar un futuro verdaderamente distinto.
🚀 Call to Action (CAT)
¿Crees que es posible resucitar un proceso de paz genuino tras el colapso de Oslo? Comparte tu análisis en los comentarios y difunde este artículo para seguir desentrañando las verdades incómodas de nuestra historia.

Comentarios
Publicar un comentario