📊 El año en que votamos… ¿para qué?
2024 fue el año más electoral de la historia moderna: más de 70 países celebraron elecciones nacionales, y más de 1.600 millones de personas acudieron a las urnas. Pero lejos de fortalecer la democracia, este tsunami electoral dejó al descubierto sus grietas más profundas.
La pregunta que muchos analistas se hacen hoy es incómoda:
¿Estamos votando desde la esperanza o desde el resentimiento?
🔥 Síntomas de democracias debilitadas
1. Violencia política como síntoma de polarización extrema
- El intento de asesinato de Donald Trump en plena campaña fue solo el caso más mediático.
- En países como India, México y Brasil, los comicios estuvieron marcados por agresiones, amenazas y discursos incendiarios.
2. El auge del voto furioso
- En EE. UU., Reino Unido, Francia y Argentina, millones votaron “contra” algo más que “por” alguien.
- El voto se convirtió en un acto de castigo, no de construcción.
3. Plutocracia y captura del poder
- Trump regresó a la Casa Blanca con el respaldo explícito de magnates como Elon Musk y Peter Thiel.
- En muchos países, el poder económico se fusiona con el político, erosionando la representatividad.
4. Retrocesos autoritarios disfrazados de elecciones
- En El Salvador, Nayib Bukele modificó la Constitución para reelegirse.
- En Túnez, las elecciones se celebraron sin competencia real.
- En Rusia, las urnas fueron una formalidad más que una herramienta de cambio.
🌍 Democracias que resisten: el caso de Senegal
No todo fue retroceso. En Senegal, a pesar de intentos de golpe de Estado y represión, las instituciones resistieron.
Ganó un candidato opositor en elecciones limpias, demostrando que la democracia puede sobrevivir incluso en contextos adversos.
🧠 ¿Qué está fallando?
- Desafección ciudadana: La gente vota, pero no cree.
- Polarización digital: Las redes sociales amplifican el odio y reducen el diálogo.
- Instituciones débiles: En muchos países, los tribunales y parlamentos son rehenes del poder ejecutivo.
🧭 Reflexión final: ¿democracia o simulacro?
La democracia no muere de golpe, muere de desgaste.
Muere cuando el voto se convierte en trámite, cuando los líderes se blindan y cuando los ciudadanos se resignan.
2024 nos dejó una lección clara: votar no basta.
Hace falta reconstruir el tejido democrático desde la educación, la participación y la transparencia.

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