Cuando pensamos en Cleopatra, la imaginamos envuelta en sedas, caminando entre columnas de mármol, con las pirámides de Giza como telón de fondo. Es una imagen poderosa… y completamente falsa.
La reina egipcia más famosa de la historia murió en el año 30 a.C. Las pirámides, en cambio, fueron construidas alrededor del 2500 a.C. Eso significa que Cleopatra vivió más cerca del iPhone que de las pirámides. Literalmente.
La distancia temporal entre Cleopatra y el primer iPhone (2007) es de unos 2.000 años. Entre Cleopatra y las pirámides, más de 2.400.
Así que si ella hubiera querido hacerse una selfie con las pirámides, habría tenido que viajar al pasado. Mucho más que nosotros.
📜 ¿Por qué creemos lo contrario?
Hollywood, los libros de texto y las ilustraciones escolares han hecho su trabajo: nos vendieron una versión condensada de Egipto, donde todo ocurre al mismo tiempo. Faraones, momias, pirámides, Cleopatra, camellos y jeroglíficos, todo en una sola postal.
Pero Egipto fue una civilización que duró más de 3.000 años. Para ponerlo en perspectiva: Cleopatra vivió más cerca de nosotros que de los constructores de las pirámides. Y eso no solo parece mentira… parece una paradoja.
🧠 El poder de los símbolos
Cleopatra no era una faraona tradicional. Era descendiente de griegos, hablaba varios idiomas, y su dinastía —los Ptolomeos— llegó tras la conquista de Alejandro Magno.
Las pirámides, en cambio, eran ya reliquias antiguas cuando ella nació. Monumentos de un pasado glorioso que ni siquiera sus contemporáneos comprendían del todo.
Y sin embargo, en el imaginario colectivo, ella sigue siendo “la reina de las pirámides”. Porque los símbolos pesan más que los calendarios.

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